martes, 21 de enero de 2014

Capítulo I: Paz

Hace poco iba llegando a casa... eran cerca de las ocho de la noche y vi su vuelo, silencioso y se aposentó en una rama. Una lechuza de buen tamaño, como el de un gato mediano. Ya es raro verlas por acá. Me dio gusto verla. Me dio paz.
Hace rato que no la tenía, más cuando siento desde el pasado 15 de este mes, que hay un fantasma en mi casa.
Veo a mi esposa caminar de un lado a otro... y aún saboreo ese perfume que deja por donde pasa... ¡ahhh! ¡qué hermosa es! Pasa de un lado a otro y me ignora... o nos ignoramos... a veces lanza una puya... no respondo... me quedo callado...
Y entonces, me saltan unas enormes ganas de llorar pero lo más que salen de mis ojos son chinguiñas, duras chinguiñas que se aferran al delta de mis lagrimales... a mí no me molestan pero a ella sí... siempre se preocupa porque la gente me viera las chinguiñas, la cera de mis oídos, los residuos de jabón en mis orejas... "tratas con mucha gente"... en lo particular, a mí no me afecta que tenga chinguiñas, cera o residuos... pero a ella sí...
Salió presurosa esta tarde-noche... y se me quemaban las ganas de preguntarle a dónde iba, pero de mi boca no salen más palabras sino una especie de grito ahogado de impotencia. Para más, un aullido de mi perro se desprende desde la ventana como queriendo decir: "¡Hey, te habla mi padre! No te vayas!" Entonces me acerco a él y entonamos juntos un aullido.
No sé dónde oí que el aullido de un perro, lobo o coyote es para decirle a otro de su especie: "¡Oye! ¡por aquí estoy! ¿Y tú?" y entonces, el otro responde con un aullido.
Prendo la tele y veo programas muy noche hasta que me vence el sueño... pero duermo poco y un mucho agitado. Una vez pedía ayuda entre sueños a mi madre porque no podía levantarme de ese sillón donde desde hace días empecé a dormir... "¡No puedo levantarme, madre; ayúdame!" le decía, mientras ella extendía las manos para separar mis brazos cruzados en mi pecho... rara costumbre de dormir pero me relaja mucho... otra noche me levanté y salí a buscar a esa lechuza de buen tamaño en el árbol en que la vi un domingo. En mi camino veo a esos gatos que corren entre mis piernas espantados... eso me da la seguridad de que la lechuza de buen tamaño ha de estar por allí. Tengo la certeza de que está cazando a los gatos, si no, ¿por qué razón huirían despavoridos a esa hora de la noche?
Volví a buscarla otra vez. Me asomo pero no la veo... Quisiera escuchar su "uho, uho-uho" pero no, no lo oigo...
Lo que oigo es un ruido... es su carro...  regreso tan rápido a la casa que me espanto... acaba de llegar... "¿tomaste de nuevo?" ¡Qué coraje! Me da coraje porque me da miedo que conduzca en estado de ebriedad... quisiera llamarle la atención, regañarla, zarandearla... pero me quedo mirándola... ahogo mis palabras y me avergüenzo que mi perro la reciba con tanta alegría y emoción que me dan ganas de llorar... pero lo más que salen de mis ojos son chinguiñas...
No me hace caso... se va a la cama y rompe en llanto. Trato de consolarla y entonces oigo ese canto: "uho, uho-uho"... mi perro entonces aúlla y mi esposa se queda callada... escucha a ambos y entonces murmura: "Hay un fantasma en la casa..." solloza un poco y reza a su Santa Muerte y al final, sólo dice, como cada noche, desde el pasado 15, "descanse en paz"... y me voy a dormir tranquilo.

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